ACERCA DEL ATRAVESAMIENTO por Renzo Pita

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Ante la pregunta “¿qué salidas posibles frente a la pandemia?” pensé decir unas palabras sobre la noción psicoanalítica de atravesamiento. Considero que el tiempo que vivimos puede ser una buena oportunidad para traer esta noción a colación, debido a su relación estrecha con la emergencia de un real.

No hay duda que la pandemia ha ocasionado diferentes efectos subjetivos en cada uno de nosotros. Se suele decir -y con razón- que el confinamiento configuró una situación que puso a muchos sujetos de cara a una pérdida. Dicha pérdida (relativa al trabajo, a la pareja, al estilo de vida, etc.) tuvo como correlato la emergencia de un real, un real que era velado por la prisa de nuestra vida cotidiana, que era atemperada por la lógica intrínseca de una sociedad que forcluye la división subjetiva.

Frente a esta coyuntura de incertidumbre generalizada comparto la idea, transmitida por varios colegas, de alojar el real que para cada uno irrumpió. Dar lugar a aquello que emergió, a la división subjetiva, a la incertidumbre es justamente el reverso del discurso capitalista y también del discurso del amo. Sin embargo, es en este punto donde considero conviene traer a escena la idea de atravesamiento.

Como es sabido esta noción no hace referencia únicamente al atravesamiento del fantasma, más vinculado al último tramo del análisis. El atravesamiento es un concepto que sirve para ubicar ciertas travesías subjetivas que tienen lugar desde los primeros momentos de la constitución subjetiva.

El atravesamiento supone, además, una posición activa, de elaboración, de poner en forma. No se trata aquí de una actitud pasiva o cínica frente a la incertidumbre actual y el sin sentido que anida en el Otro. Pero tampoco consiste en dar una respuesta que anule el tiempo de comprender de cada uno. Por el contrario, de lo que se trata es de alojar la división subjetiva en su emergencia singular y, al mismo tiempo, ponerla a trabajar.

Es así que el atravesamiento tiene una temporalidad que no es ni la pasividad ni la respuesta inmediata, sino la de los tiempos lógicos. Me refiero al instante de ver, el tiempo de comprender y el momento de concluir.

De manera resumida podríamos decir que “el instante de ver” supone justamente una actitud elaborativa frente a aquello que irrumpe. Está relacionado con algo que Lacan llamo “certidumbre anticipada” y tiene que ver en algunos casos con la captación de algún significante amo, de algún fantasma, de algo que estaba fijo en la posición del sujeto. El tiempo de comprender, por su parte, es el tiempo de extraer todas las consecuencias del instante de ver. Es el tiempo en el que lo simbólico intenta dar forma al elemento éxtimo que irrumpió en el seno de la vida anímica del sujeto y donde se construyen nuevas historizaciones. El momento de concluir, por último, es una modalidad del tiempo que supone el acto, el hacer. El momento de concluir está muy lejos de ser un “comprendí todo, entonces puedo actuar”, pues no es producto de ningún tipo de inferencia lógica (deducción, inducción, abducción, etc.). Es el momento donde el sujeto hace una apuesta, un salto, donde se precipita un acto y es sólo luego del acto donde la “certidumbre anticipada” puede corroborarse. Como dice Miller, es solo luego del acto donde la “certidumbre anticipada” puede volverse efectiva.

La pandemia ha configurado una coyuntura que ha puesto millones de sujetos en una posición que bien podría describirse con la pregunta “¿qué va a ser el Otro conmigo luego de todo esto?”. Frente a esta cuestión -homologa a la que Lacan describió en el seminario de la angustia- el psicoanálisis, más que respuestas, más que salidas, ofrece una ética. La orientación ética del psicoanálisis implica que cada sujeto ponga de lo suyo, pues no tiene el carácter explícito y categórico que caracteriza al discurso del amo. Ese “poner algo de lo suyo” es justamente lo que implica esa travesía subjetiva que en psicoanálisis llamamos atravesamiento.

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